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15/11/2019

Iván Martínez: "Un programa de cumplimiento no es un proceso que tiene final"

Evento. El español estuvo en Santa Cruz para participar en el primer Congreso Internacional de Legal Compliance

El español Iván Martínez es director general de Intedya, firma especializada en la consultoría, formación, auditoría de sistemas de gestión normalizados en materia de calidad, sostenibilidad, riesgos y cumplimiento en organizaciones públicas y privadas. El experto recientemente estuvo en el país para compartir sus conocimientos con los asistentes del primer Congreso Internacional de Legal Compliance, Transparencia y Lucha contra la Corrupción realizado en Santa Cruz.

—¿Cómo nace la iniciativa del cumplimiento y las políticas anticorrupción en las organizaciones?

Aunque parece un fenómeno relativamente nuevo, tiene sus buenos años, ya que nació aproximadamente en 1977 en EEUU, donde hasta esa época se consideraba que la corrupción era buena para la economía. Se consideraba que la corrupción era un elemento que dinamizaba las economías. En Europa, algunos países incluso permitían deducir de los impuestos las coimas. Luego de varios estudios se logró comprobar que la corrupción no solo no es buena para las economías de los países, sino que es uno de los grandes lastres del desarrollo económico social de cualquier tipo de economía.

A partir de ahí se empiezan a penalizar los actos corruptos de las empresas. Hasta ese momento, cuando ocurría un acto de corrupción en una compañía, esta se deslindaba de la responsabilidad y personalizaba el delito. Ante esto, la ley estadounidense estableció que las firmas son responsables directas de los actos de corrupción de sus funcionarios, tengan conocimiento o no de esos actos, salvo que demuestren que previa a la comisión del delito, hayan desplegado herramientas de prevención. Ahí nacen los programas de cumplimiento.

—¿Cuáles son las herramientas más eficaces de un buen programa de cumplimiento?

Para que un buen programa de cumplimiento sea efectivo necesita ser ejecutado en tres niveles: corto, medio y largo plazo. En el largo, comienzo por éste porque considero que es el principal, es el cambio cultural. Mientras no consigamos introducir un cambio en la cultura de la sociedad (cambiar la educación, fomentar la ética y los valores de transparencia) va a ser muy difícil terminar con la corrupción y seguiremos aceptando frases como “roba, pero hace obras”.

En el corto y mediano plazo se tiene que realizar estudios de riesgo para identificar cuáles se enfrentan en cada organización. Cada empresa en función de su actividad enfrenta ciertos riesgos. Por ejemplo, una constructora en el momento en que se presenta una licitación, es el instante donde más se pueden presentar situaciones de corrupción. Una vez realizado ese trabajo, las compañías tienen que desplegar acciones para reducir el riesgo, como dejar de otorgar bonos o comisiones a los empleados que ganen licitaciones, ya que eso se presta para que ese incentivo pueda ser compartido con funcionarios públicos.

—¿La implementación de los programas de cumplimiento en una organización es un proceso complicado?

Lo primero que se debe entender es que un programa de cumplimiento, bajo lineamientos internacionales como la ISO 37001, no es un proceso que tiene principio y final. Tiene un inicio, una etapa de establecimiento en el que se definen las pautas mínimas de control, estudio de riesgo, formación del personal, de modificación de contratar al personal, de cómo se realizan los procesos comerciales y revisiones de compra, pero luego tiene que haber un proceso continuo de monitoreo.

 


 
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