Autora: Rebeca Servin Lewis
Las mujeres hemos tenido un papel importante en la innovación tecnológica y científica del mundo, a pesar de las dificultades históricas relacionadas con el acceso a la educación, a los trabajos que las llevarían a ser reconocidas por sus inventos, así como a los roles sociales de cada época. Personajes como Ada Byron, considerada la primera programadora de la historia, de Caroline Herschel, astrónoma alemana, o la propia Marie Curie, entre muchas otras, han sido reconocidas por sus logros, no obstante, el haber enfrentado innumerables obstáculos y estigmas sociales.
Aunque hoy en día el papel de la mujer en la ciencia, tecnología e innovación ha avanzado, aún hay mucho por hacer. Tan sólo por mencionar un ejemplo relacionado con la innovación, actualmente apenas el 30.5% de las solicitudes internacionales de patentes tramitadas a través de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) incluyen una mujer inventora. De continuar la tendencia, la paridad podría lograrse hasta el 2076.
Por su parte, el estudio denominado “Mujeres e Innovación 2020” del Ministerio de Ciencia e Innovación del Gobierno de España concluye que queda mucho por avanzar para lograr la igualdad real entre mujeres y hombres en este ámbito. Entre los datos que arroja encontramos que los sectores productivos más innovadores siguen empleando una proporción significativamente más alta de hombres que de mujeres.
La innovación requiere la participación de un número creciente de recursos humanos especializados, calificados, susceptibles de participar y promover procesos de innovación. En la actualidad, ya hay un déficit a nivel mundial de este tipo de talento especializado.
En su reporte 2020 sobre “Brecha de Género”, el Foro Económico Mundial señala que al paso que vamos, el mundo tardaría 99 años y medio en cerrar la brecha de género en los 4 subíndices que el reporte cubre. México tiene un reto importante en el subíndice de “Participación y Oportunidades Económicas”, donde sólo 47% de las mujeres mexicanas están en la fuerza laboral, ocupando el lugar 124 de 153 países. También tiene retos en el subíndice de “Logros Educativos”, donde ocupa el lugar 54.
Es aquí donde debemos poner foco y apoyar iniciativas que generen mayor interés de las niñas en estudiar carreras STEM, porque además de que estas carreras son necesarias para la innovación y el progreso, muchos de los empleos mejor pagados pertenecen a estas carreras y esta tendencia seguirá en ascenso durante la evolución de la Industria 4.0.
Ahora bien, la innovación no solo tiene cabida en el ámbito estrictamente científico-tecnológico. Hablemos de innovación en otro sentido porque al final del día: ¿qué se entiende por innovación?
La innovación se refiere a un cambio que introduce alguna novedad, modifica elementos ya existentes con el fin de mejorarlos o bien, introduce nuevos elementos a una determinada cuestión, actividad o negocio, con el fin de elevar la productividad.
Y muy brevemente me quiero referir al manejo al inicio de la pandemia del Covid-19. En ese momento, de 193 países en el mundo, sólo 10 estaban dirigidos por mujeres, siendo Alemania, Nueva Zelanda, Taiwán, Islandia, Finlandia, Noruega y Dinamarca, los países que mejor manejaron el inicio de la pandemia.
Todas estas mujeres compartieron elementos comunes como una capacidad de decisión rápida y ejecutiva, una gran habilidad para comunicar y una extraordinaria creatividad. Ellas encontraron formas novedosas de enfrentar la epidemia, con medidas más audaces y efectivas de protección social y un liderazgo más democrático, compasivo y de colaboración, adoptando medidas como pruebas gratuitas a toda la población, uso de tecnología para seguimiento de contagios, confinamiento selectivo, uso de “influencers” como agentes para sensibilizar a la población. En suma, todas ellas demostraron gran capacidad de innovación.
Para terminar, menciono nuevamente a Ada Byron, hija del poeta Lord Byron, pero hija también de la matemática Annabella Milbanke. Sus padres se separaron cuando ella tenía sólo un año de edad y Ada quedó a cargo de su madre, quien le contrató excelentes profesores de matemáticas, astronomía, literatura y música. Desde adolescente, Ada se sintió atraída por la ciencia, lo que la llevó a estudiar y a investigar.
Vale la pena mencionar este ejemplo porque si bien se requieren grandes cambios culturales y de políticas públicas, es indispensable empezar por la familia, donde se debe inculcar a las niñas el pensamiento de que no hay límite a lo que pueden lograr, en cualquier ámbito, especialmente en el de la ciencia, la tecnología y la innovación. Desde muy pequeñas, se debe impulsar a las niñas a eliminar las barreras mentales, los estereotipos y los estigmas sociales.
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