Fuente: El Periódico
Las criptomonedas son un producto de inversión, pero no para todo el mundo. El Banco de España y la Comisión Nacional del Mercado de Valores ya han avisado en varias ocasiones de su extrema volatilidad, complejidad y falta de transparencia de estos instrumentos. Ambos organismos son conscientes de que los criptoactivos modernizarán y dinamizarán el sistema financiero en los próximos años, pero para valorar su validez como alternativa de inversión o su uso como medio de pago es preciso también tener muy presentes sus riesgos.
IMF Institución Académica ha elaborado una guía práctica sobre criptomonedas que ilustra de manera sencilla y dinámica los aspectos más relevantes de esta nueva tendencia monetaria, indispensable para conocer las actuales formas financieras de cobro y pago. Gracias a sus características y posibilidades financieras, estas nuevas monedas abren un enorme campo para la innovación e ingeniería financiera en medios de pago. Por ello, esta guía considera el uso de criptomonedas en diferentes contextos, desde la inversión hasta el medio de pago entre otros.
El objetivo es adaptar el tema tratado a las necesidades de las empresas e inversores, y poder aplicarlo a otras realidades empresariales sin recomendación alguna salvo la de prudencia financiera en inversiones. La guía explica cada ámbito de las criptomonedas desde un punto de vista sencillo con distintos en escenarios y contextos diferentes sin que suponga recomendación alguna en el plano de inversión y siendo una guía para comprender mejor conceptos claves.
Una criptomoneda es una moneda digital/virtual descentralizada que está representada por una cadena de código, no duplicable, que se transfiere entre los usuarios. Son por tanto una nueva forma de dinero, que genera un mundo monetario nuevo, ya que cambia la forma de pensar en él, desde cómo almacenarlo y transferirlo hasta organizarlo y entenderlo, lo que genera multitud de efectos financieros.
Existen dos caminos claros: el más obvio es mediante la compra de una criptomoneda o admitiendo la criptomoneda como medio de cobro a nivel profesional o particular. El segundo camino es más complicado, ya que puedes fabricar nuevas unidades de criptomoneda a través de la minería, realmente no se generan, sino que se ponen en circulación.
El problema es que conforme se minan criptomonedas es más difícil obtener nuevas ya que se requiere una gran potencia de programación y ordenadores de alto consumo. Esto hace que se conozca la expresión Granjas de servidores donde se puede alcanzar esa potencia.
Es una base de datos. Su diseño es transaccional y distribuida, es decir, está formada por cadenas de bloques replicadas en diferentes lugares (no centralizado) que no pueden ser alteradas, por lo que su seguridad es máxima. Se necesitaría una empresa del tamaño y capacidad de Google para poder hacerlo, lo que lo convierte en imposible. Al estar la gestión descentralizada, se eliminan los intermediarios. Es como un libro de cuentas donde los bloques (registros) se unen en una cadena y protegen la seguridad y privacidad de la información utilizando criptografía.
Las más conocida es Bitcoin (BTC), creada en 2009 por Satoshi Nakamoto (alias del creador/creadores). Se hizo muy popular por su carácter descentralizado y su código abierto. Ethereum se creó en 2015 por Vitalik Buterin, que actualmente es la segunda criptomoneda en utilización. Bitcoin Cash: se trata de una división del Bitcoin nacida en 2017, con la intención de continuar la visión original de Bitcoin de utilizar Internet como sistema sin depender de terceros. También hay otras como XRP (Ripple) que deriva del Bitcoin y creada por la plataforma RippleNet en el año 2012. Dash conocida como Darkcoin y XCoin, Litecoin, Dogecoin Namecoin o QuarkCoin del economista Bill Still.
El valor de la moneda virtual fluctúa en función de su oferta y demanda. Al contrario que ocurre con otros activos financieros, las fluctuaciones no están siempre relacionadas con los comportamientos de la macroeconomía, de un sector industrial o de una empresa. En el caso de Bitcoin, la más conocida, en el último año casi se ha multiplicado por diez su valor al cambio.
Esta es una de las características de Bitcoin que más llaman la atención, el máximo de monedas que se pueden crear son 21 millones de Bitcoin, debido a que en origen sus creadores diseñaron una moneda deflacionaria (al contrario, por ejemplo, que Ethereum que es una moneda inflacionaria). Por pura lógica de oferta y demanda, al convertirse en un bien escaso, de forma natural es más probable que se incremente su valor y más en una moneda, ya que si pudiéramos crear todas las Bitcoin que quisiéramos no tendría valor. Respecto a qué va a ocurrir cuando lleguemos a los 21 millones, dependerá de la aceptación que tenga la criptomoneda y de su competencia, otras criptomonedas que haya en el mercado y otro gran posible competidor, la moneda digital.
En un primer momento las criptomonedas comenzaron a popularizarse por su independencia frente a otros medios de pago e intermediarios financieros, fuera del control de gobiernos y bancos centrales y sus políticas monetarias. Se conservaban las ventajas del dinero digital ya existente, pero se eliminaban comisiones de los intermediarios. Sin embargo, su popularidad ha comenzado a crecer exponencialmente a raíz de sus constantes incrementos de valor, convirtiéndose además en una herramienta de especulación que ya utilizan numerosos traders y entidades financieras. Ayudan los apoyos públicos de determinados países (Japón) o personajes de enorme influencia como Elon Musk, el cual anunció que Tesla acepta pagos con criptomonedas.
Las operaciones que se realizan con criptomonedas constituyen operaciones financieras y, por tanto, cualquier ingreso o gasto derivado de la compraventa de criptomonedas debe considerarse como una ganancia patrimonial a efectos de tributación por renta de sociedades o de personas físicas. Si se han producido pérdidas de valor, el resultado se incluirá en la compensación de futuras ganancias patrimoniales, hasta cuatro años. La creación de criptomonedas por minería implica una actividad económica, con los correspondientes impuestos como cualquier otra actividad profesional (renta, RETA, alta IAE…).
Actualmente podemos pagar un café con una tarjeta de crédito, con una App de banca digital del móvil o utilizando Bizum. El problema es que todas esas opciones suponen costes de transacción (comisiones) que asume el vendedor y que, por supuesto, acaba repercutiendo al consumidor en el precio. Con la criptomoneda estos costes desaparecen. Llegaremos a pagar un café con criptomoneda, aunque será en un tiempo lejano, a pesar de que estemos viviendo ahora mismo una explosión informativa sobre ellas. Lo que está por ver es si además de con criptomonedas también podremos pagar con moneda digital oficial (China y la UE están en proceso de experimentación del yuan digital y del euro digital respectivamente).
Existen numerosos intermediarios financieros y páginas web que facilitan y agilizan la compraventa de criptomonedas o parte de ellas. También se puede ir a un cajero automático físico que permita comprar Bitcoins o incluso acudir a una plataforma de intercambio online que permita comprar criptomonedas con una tarjeta de crédito o cuenta de PayPal. Desde la perspectiva de inversión, se pueden adquirir criptomonedas a través de casi cualquier intermediario o mediante fondos especializados.
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